lunes, 2 de abril de 2012

Giglamesh y la Inmortalidad


Giglamesh, dos tercios dios, dos tercios hombre, rey de Erech, era un tirano y un opresor, por lo que sus súbitos decidieron pedir ayuda a los dioses. Éstos crearon a Enkidu, un hombre salvaje que rozaba la bestialidad. Después de acostarse con una mujer, desaparecieron sus rasgos bestiales y se hizo un hueco en la civilización. Tras batirse con Giglamesh y perder, lo reconoció como soberano. Enkidu y Giglamesh se convirtieron en grandes amigos y juntos vivieron numerosas aventuras.
Un día, cuando regresaban a Uruk después de haber matado a Humababa (una bestia que guardaba los bosques), se cruzaron con la diosa Ishtar (caprichosa deidad con una fuerte una gran dualidad y características tanto masculinas (violencia, venganza, caos, guerra) como femeninas (fertilidad, amor, sexualidad) ), quien le declaró su amor y le ofreció a Giglamesh ser su consorte. Él la rechaza y ella, colérica, envió al "Toro de los Cielos" para acabar con Giglamesh, pero Enkidu y él lograron matarlo. 
 Como consecuencia, los dioses resolvieron que Enkidu debía morir por sus acciones (matar a Humababa y al Toro de los Cielos) Al ver a su amigo muerto, Giglamesh se dio cuenta de que ni siquiera él podía escapar de la muerte, así que decidió encontrar la forma de volverse inmortal. Visitó a Utnapishtim, el único hombre que que había logrado la inmortalidad, quien le habló una la planta  que crecía en lo más profundo del mar y que contenía el don que Giglamesh tanto ansiaba. Después de jornadas de búsqueda, la encontró, pero, en un momento de descuido, una serpiente la devoró.

2 comentarios:

  1. En su día me dio por leer mitología mesopotámica, siendo el Poema de Gilgamesh, por entonces como por ahora, una de las principales obras de aquella majestuosa civilización. La amistad que dibujan las tablillas entre Gilgamesh y Enkidu, los efectos de la muerte de este último, su igual, sobre el carácter de aquél y su posterior búsqueda de la inmortalidad constituyen, a mi juicio, el mismo entramado de movimientos que puede localizarse en Homero, a saber, de la fama a la patria (o lo que es lo mismo, de Aquiles a Ulises), pero también, del renombre inmortal del que busca la muerte a la vida sin fin del que pretende escapar de aquélla (esto es, de dar muerte al gigante Hubaba y al Toro Celeste a la búsqueda de la planta que otorga la inmortalidad). Junto con el Enuma Elish o Poema babilónico de la Creación, el Poema de Gilgamesh merece copar la cima de las letras de tan antiquísima cultura. Todo un acierto, Nienor, el haber incluido un comentario de esta obra en tu blog. Un saludo. Peredur.

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