lunes, 27 de febrero de 2012

Descenso a los infiernos: Orfeo y otros mitos similares


Orfeo y Eurídice, escapando del inframundo.
Orfeo, el excelente músico, encantador de hombres y fieras, hijo de Calípode (musa de la poesía y la elocuencia), al morir su esposa, Eurídice, decidió bajar a los infiernos para llevarla de vuelta al mundo de los vivos. Allí, con su lira, cantó y tocó tan dulce música que los dioses de la muerte permitieron a Eurídice regresar con los vivos, siempre y cuando se cumpliese una condición: Orfeo no podría volverse para contemplar a su amada mientras se la llevaba. Cuando estaba a punto de liberarla, justo a la entrada del inframundo, Orfeo no pudo resistir por más tiempo y, dándose la vuelta, contempló a Eurídice, condenándola para siempre a permanecer en los infiernos. Desde entonces, derrotado por el dolor, Orfeo no amó a otra mujer y rechazó bruscamente a todas. Esto ofendió a las tracias, quienes lo desmembraron. Aún así, su cabeza y su lira continuaron cantando. 

Podemos encontrar un gran parecido con el descenso a los infiernos de Izanagi (deidad japonesa masculina que forma parte, junto con Izanami, de la pareja primordial que creó el mundo y de la que surgieron los demás dioses):

La mujer de Izanagi, Izanami, tras dar a luz al dios del Fuego, murió consumida por las llamas. En un primer momento, Izanagi sintió una gran tristeza, y de sus lágrimas nacieron más dioses, pero, al considerar al dios del Fuego el culpable de la muerte de su esposa, lo decapitó. Más tarde, Izanagi resolvió acudir a Yomi, el mundo de los muertos, con la esperanza de poder devolver a Izanami a la vida. Ella apareció en la entrada del inframundo, cubierta de sombras, le dijo que podría discutir su liberación con los dioses de los muertos y, antes de retirarse hacia la oscuridad, le rogó encarecidamente que no la mirase. Izanagi hizo caso omiso, prendió fuego a su peineta y la utilizó como una antorcha para escudriñar la oscuridad en la que Izanami se había sumido. Allí vio que ella era un cadáver en descomposición y escapó, aterrorizado. Ella, furiosa, envió tras él a las brujas de Yomi, a infinidad de guerreros y a los ocho dioses del trueno. Además, la propia Izanami lo persiguió, convertida en un ser demoníaco, pero, a la salida del mundo de los muertos, Izanagi bloqueó la entrada con una gran roca, impidiendo el paso. 
Tras su experiencia en Yomi, Izanagi quiso purificarse dándose un baño en un río, donde dio a luz a las tres deidades principales del panteón japonés: Amaterasu (diosa del Sol), cuando se lavó el ojo izquierdo; Tsuki-Yomi (dios de la Luna), cuando se lavó el ojo derecho y Susano (dios de la tormenta), que surgió de su nariz. 
Izanagi e Izanami creando la primera tierra sólida.

5 comentarios:

  1. Es curiosa esa concordancia entre los mitos, sin importar de qué cultura procedan.

    Gracias por compartir, guapa, y por tus amables comentarios.

    Besazo desde
    Collages vintage
    .

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  2. Muy parecido a lo que hicieron los dioses gemelos Hunahpú e Ixbalanqué cuando descendieron a Xibalbá y enfrentaron a los señores del inframundo.

    MD

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    Respuestas
    1. Tendré que investigar y ponerme al día! Gracias =)

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    2. Claro, puede buscar en el Popol Vuh como referencia...

      Saludos!!!

      MD

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